sábado, 25 de agosto de 2012

Quién es quién

Ahora que los Héroes (dos padawans Jedi, Nathan y Bezimen; y un técnico, Dann) se encuentran emplazados en Coruscant, no estaría mal hacer un pequeño listado sobre las personas y alienígenas que conocen en el Universo de Star Wars.


Krun Manohierro:
Es el general de la Legión de Hierro de la Confederación de
Sistemas Independientes, encargado de conquistar el Sector Abrión con el objetivo de tomar 100 mundos agrícolas del Borde Exterior. Perdió el brazo durante una incursión a un crucero de pasajeros de la República para interceptar un droide que llevaba un mensaje de ayuda de un embajador republicano, por culpa de los Héroes (pjs). Tras implantar su brazo de duracero para sustituir su garra, un planeta tras otro cae bajo su legión de hierro. Solo Alhana se ha resistido a caer ante este general.



Liam Lee:
Ex padawan del maestro jedi Damal. Tras fracasar en una misión en el frente Liam Lee acabó como prisionera del Conde Dooku. Tras esto Dooku le permitió a Damal recuperar a su aprendiz a cambio de rendir el planeta por el que luchaban la República y los Separatistas. No hubo acuerdo, Damal aceptó la muerte de su aprendiz y soportó sin pestañeo la tortura en directo de su padawan Liam Lee. Ella acabó renegando de la doctrina Jedi que la obligab
a a sacrificarse sí o sí...finalmente cayó al lado oscuro y odió a su maestro y a la Orden Jedi por siempre. La oscura habilidad de persuasión de Dooku hizo que se convirtiera en su acólita (antes de Asajj Ventres) y entró en una misión especial...hacer caer al lado oscuro a cuantos Jedi pudiera. Ella eligió a su principal objetivo: Nathan, el actual aprendiz de Damal, su traicionero maestro. Tras algunas trampas no acabó con los padawan, solo quería que cayeran...con quien más lo consiguió fue con Bezimen, la Bothan jedi aventurera, a la que hizo arder de ira rozando el lado oscuro tras matar a su recién adoptada montura lagarta. Esto le costó la vida, pues Bezimen usó el lado oscuro y la decapitó a sangre fría. Aunque cumplió parte de su objetivo, no vivirá para contarlo, pero ¿quizás inició los pasos hacia al lado oscuro de una padawan jedi?




Damal:
Maestro Jedi de la vieja escuela, interpreta el código tal y como se lee. Un hombre al que le ha costado sangre, sudor y lágrimas seguir ciegamente el có
digo. Tal y como él está dispuesto a sacrificarse por la causa y no pedir ningún rescate, espera que los demás jedis hicieran lo mismo. Cuando su padawan cayó en el frente y se convirtió en una prisionera de guerra, Damal no cedió ante el Conde Dooku ni un solo segundo, dado que el deber de su padawan era sufrir las torturas del Sith, no pedir clemencia y morir por la República. Habers
e rendido a las exigencias del Sith era algo inconcebible para el maestro Damal...a pesar de haber visto cómo era torturada su padawan Liam Lee. Ella no moriría, sino que caería al lado oscuro y odiaría a su maestro por siempre, por no haber cedido para rescatarla de semejante tortura.








M6-26:
Es el droide astromecánico más viejo, obsoleto y pasado de todos los tiempos. Viviendo en u
na época donde los mejores droides van por los tipos R2, este droide queda fuera de lugar. Malfunciona, va a tirones, su fotoreceptor suele fallar y su tecnología punta se quedó en los años de la antigua república. Quizás por eso es tan valioso, por todo lo que ha soportado; y quizás por eso también ha desarrollado una personalidad definida que le hace ayudar a la república de una forma tan fiel como los clones. No le gusta que la gente discuta y es todo un aventurero, ha vivido tanto que a veces se aburre. Tiene una concepción de lealtad hacia sus compañeros que sobrepasa sus comandos de
servidumbre como droide. Toda una pieza obsoleta pero muy especial para un amante y coleccionista de la tecnología.



Jaik:
Un niño de 9 años que desde siempre ha vivido la guerra. Como refugiado de guerra del Borde
Exterior, su madre consiguió la manera de meterle como polizón en un crucero de pasajeros rumbo a los planetas del Núcleo, donde estaría a salvo. Lo que no sabía Jaik es que iba a acabar en mitad de la guerra al ser asaltados por los Separatistas. Sin embargo, tras el desastre del crucero Lorum, los Héroes consiguieron hacer piña con este chico y consiguieron escapar del crucero condenado a estrellarse. Como héroe republicano, Jaik ha llegado a Coruscant y se encuentre en el centro de huérfanos de guerra de Coruscant. Su madre seguro que está contenta de que su hijo pueda gozar de una vida mejor, en parte gracias a los Héroes.


Marcaf:
Guardia de seguridad del crucero Lorum. Proveniente de los planetas afectados por la guerra, cree que puede dar algo más a la República. Ha intentado que su planeta se armara y luchara en vez de esperar a una armada clon que nunca llegaría. Por ello está deseando entrar en el Ejército de la República y entrar como voluntario en las guerrillas locales del Borde Exterior. Sin embargo, todo lo que ha conseguido es un puesto en los Agentes de Paz en Coruscant. Es un paso para ir consiguiendo rangos...aunque ser sargento de la policía de Coruscant no es el camino más directo a la guerrilla del Borde Exterior. Poco a poco...y este hombre ha vivido mucho y ha sufrido mucho, por lo que está dotado de una buena paciencia.








jueves, 7 de junio de 2012

Velo de oscuridad

El la zona más apartada de los rascacielos de la ciudad central de Coruscant se aparecía una explanada de duracero, acero, cemento, grúas, droides de trabajo, incansables e impensables. Una masa fría y uniforme que escupía otros rascacielos de humo hacia el cielo, como si la industria de la guerra quisiera unirse a la oscuridad del espacio para ennegrecer más el universo. Sobre el distrito industrial sobrevolaba una lanzadera T-a clase Lambda y aterrizaba elegantemente sobre la plataforma de aterrizaje de un edificio monótono y gris con forma de "Y" invertida.

"Un pasajero elegante requiere tal nave", pensó el Conde Dooku apreciando la belleza y sobriedad de las nuevas lanzaderas que fabricaban la república para sus altos cargos. De hecho, el Canciller de la República tenía el suyo propio.

Salió tranquilamente por la rampa de la lanzadera con los hombros cuadrados, firme y con mirada astuta. A todas horas pretendía demostrar a su maestro que era digno de ser su aprendiz. Darth Sidious era lo suficientemente poderoso, astuto, influyente y retorcido como para traer una nueva de era dorada a la República.

"La era del hombre", pensó Dooku sonriendo levemente al ver a su maestro en espera de recibirle.

-El lado oscuro ennegrece la visión de los jedis, mi maestro -saludó Dooku con una voz templada de barítonoa su maestro, como otras veces había ido a informarle a aquel remoto lugar de Coruscant.

Darth Sidious solo mostraba sus labios y ocasionalmente los dientes. La incipiente papada que mostraba su mentón bajo la capucha demostraba que el maestro tenía sus años, pero seguía siendo poderoso en el Lado Oscuro. De todas formas, Dooku conocía la verdadera identidad de su maestro.

-Bienvenido a casa, Lord Tyrannus- saludó su maestro comenzando a caminar, esperando que su discípulo se colocara a su lado.

Dooku no se hacía a la idea de su nuevo nombre Sith...sí, probablemente fuera un "tirano" de cara a la República, pero en el fondo no era más que un libertador de un sistema decadente de alienígenas.

-Las dos operaciones están resultando un éxito, mi Lord. La República tiene una muestra de la criatura supuestamente sagrada del sistema Alhana y si el planeta cae en nuestras manos, tendremos a la criatura en sí, que ha sobrevivido. La operación Devastador de Mundos está casi en funcionamiento.

Hizo una pausa, esperando un halago o una felicitación de su maestro oscuro, que no llegó.

-Mi señor...uno de sus jedis elegidos tuvo que ser aniquilado por estorbar demasiado en nuestros planes. Es posible que siga con vida.

Sidious giró levemente su rostro con curiosidad. ¿Había alguien tan independiente en la Orden Jedi como para darse cuenta?

-¿Está vivo?

-Viva, mi Lord. Y no, no lo creo. Solo sobrevivió otro jedi lo suficientemente ciego con su código jedi como para percibir nuestro plan. Y un técnico... no suponen ningún problema.

-Deja el "creo" para los jedis, mi querido aprendiz -interrumpió mientras volvía a caminar

-Es posible que fuera ella quien acabara con nuestra lacaya, la jedi abandonada de Damal, el maestro del otro Jedi Bothan...Nathan o algo así. No creo que fuera el otro Jedi, el asesinato de Lian Lee fue demasiado violento para un Jedi luminoso.

-Interesante... ¿cómo la mataron?

-Decapitada, señor.

A Sidious se le escapó un suspiro oscuro extasiado.

-Excelente...

Dooku interrumpió los pensamientos de Lord Sidious para continuar su informe.

- La operación en clave S.F. también avanza, esperamos la creación de muchos futuros inquisidores. La mayoría de mis lacayos jedis han cumplido con su cometido, sus sacrificios crean enormes sombras en la fuerza en los jedis luminosos.

-Excelente, Lord Tyrannus. Continúa con ese camino. Quiero que culmines la operación.

-Tengo algunos objetivos marcados, si me lo permite, mi Lord.

-Por supuesto. Quiero que te dirijas al sistema Rattatak, presiento que allí encontrarás el "equipo" disponible.

Dooku hizo una reverencia y con un golpe de su capa se dirigió a la lanzadera.

-Por cierto, Lord Tyrannus...quiero que Skywalker sea uno de sus objetivos.

-Señor- preguntó mas bien, pero se marchó sin querer contradecirle.

"¿Ese niñato mal criado? Poderoso en la Fuerza, pero ninguna disciplina." pensó Tyrannus contrariado mientras se iba.

Lord Sidious presentía que el lado oscuro de la Fuerza aumentaba. Dooku y sus lacayos lo habían hecho bien. Necesitaba más caídos para nublar la percepción de los Jedis... en cuanto a Alhana, ese trozo de roca apestoso, podía quedárselo la República. Ya había cumplido con parte de su cometido.

El lado oscuro lo oscurece todo...

sábado, 4 de febrero de 2012

El comienzo

El espacio estaba tranquilo, más de lo habitual. Después de la turbulenta destrucción del crucero de pasajeros Lorum, con destino a Coruscant, era normal la repentina quietud en la que se había sumergido el espacio del desértico planeta de Alhana.
El mirador de la estación de bloqueo cedido gustosamente por la Federación de Comercio para los Separatistas servía para que dos figuras miraran a través del transpiacero cómo una nave caía hacia el único y árido planeta que había en muchos millones de kilómetros a la redonda.

Una figura, encapuchada en una larga capa de lino gris, contemplaba el único carguero ligero que había escapado del crucero Lorum. Allá iba el droide utilitario que tenía que recuperar y que era tan indispensable para que los Separatistas se hicieran con el sector Abrión sin que la República pudiera plantar lucha. Un chirrido siseó desde el fondo de la capucha, pues su fotorreceptor rojizo intentaba enfocar la nave que iba cayendo humeante. Los droides no habían conseguido destruir la nave, pero sí evitar que saltara al hiperespacio. El piloto había sido rápido y había desviado toda la potencia de la nave hacia los escudos deflectores traseros. Alguien tendría que bajar para recuperar o destruir al droide. No debía fallar al Conde Dooku, no podía tropezar nada más empezar...y menos por aquellos improvisados "héroes".

Un grito sacó a la figura encapuchada de sus reflexiones. Al fondo de la sala de reuniones, un transdoshano (una raza humanoide de rasgos reptilianos) aullaba de dolor cada cierto tiempo. Un droide médico ensamblaba un brazo mecanizado en el brazo amputado del alienígena, que le estaba uniendo los nervios con los receptores de impulsos del implante biotecnológico. Se había rasgado un uniforme militar y había dejado a un lado su capa y sus galones de líder y estratega del bando Separatista para poder estar cómodo. La figura encapuchada se giró al interior de la sala, disgustada por la interrupción de aquél inútil.

-No te va a doler tanto como el daño que te voy a causar si no interceptas el mensaje de ese droide, general Krun.

La figura alargó el brazo, la Fuerza entró en ella y salió de su puño cargada de un odio tan personal que podría tener vida propia. El general Krun comenzó a notar cómo gaznate se retorcía. El odio personificado le atoraba los pulmones y le privaba del aire.

-Li-Lian...me...aho-go.- articuló dolorosamente la criatura, dejando caer sus galones de general separatista de sus garras.

-¡No pronuncies ese nombre!-rugió la figura encapuchada cerrando aún más su puño.

Tras un repentino movimiento iracundo en la Fuerza, el general perdió el conocimiento. Deseaba acabar con su miserable vida.

-Por desgracia, tú vida pertenece al Conde. Qué pena.- dijo ella con una sonrisa triste mientras volvía a ver el paisaje espacial.

El general recuperó el conocimiento tras haberle sido insuflado oxígeno en su aparato respiratorio el droide sanitario que le asistía. El general se levantó dolorosamente, articulando su nuevo brazo de duracero.

-¿Qué haremos ahora, mi señora?

-El General Grievous te envió a que recuperaras el droide. Y el Conde me envió a mi para encargarme de que así lo hacías.

-¿Y si tan importante es por qué no se encarga el Gran General?

Ella le miró duramente con su fotorreceptor rojo, dejando una luz rojo sangre sobre su interlocutor.

-El General Grievous está sufriendo...una metamorfosis completa. No se dará a conocer a la República en varios meses. Pero...¿acaso estás dudando de tus órdenes?

-No, no...sabéis que no.- se disculpó con exagerada reverencia

-¿Qué excusas vas a presentar al informe que exige el Clan Bancario y la TecnoUnión? Tienen muchos planes para este sector.

-Mmm...-meditó el reptil-. No tengo la culpa. El plan se pretendía fácil. Perseguí al droide por todo el sector, disfrazado de refugiado de guerra para no llamar la atención a la República. Cuando descubrí que el droide se había colado en el crucero de pasajeros Lorum ordené que una de nuestras estaciones de combates ocultas sacara la nave del hiperespacio. La asaltábamos y destruíamos el droide con toda su tripulación como si fuera un accidente...Hasta subí personalmente al maldito crucero. Dirigíamos el crucero hacia uno de los soles y fingíamos que el crucero había sufrido un error fatal de cálculos. La República no sospecharía nada...un simple error de tráfico.

-Sacar la estación de combate de la Federación fue muy arriesgado, así como tu presencia en el crucero. La Confederación tiene órdenes claras de no mostrar ningún indicio de presencia en este sector...hasta que sea el momento. ¿Qué pasó?- dijo ella despectivamente, como si conociera el resto pero no los detalles.

-¡Alguien disparó mi cápsula de salvamento!- se excusó el general-. Tuve que escapar en cuanto me di cuenta de que habían sobrevivido unos cuatro o cinco supervivientes y estaban intentando salvar el pellejo. Perdí la maldita mano intentando escapar por el hueco del ascensor...-aulló con rencor-. Metieron las narices más de lo que debían...e incluso les intercepté como holograma para pagarles por su silencio. ¡¿Quién iba a imaginarse que la casualidad iba a hacer esos idiotas se encontraran con el droide y que la suerte les iba a permitir escapar?! ¡No fue culpa mía!

-La suerte y la coincidencia es solo una ilusión...- acabó por reflexionar interiormente ella sola, dejando el vaho de su respiración en el transpiacero del despacho.

-Y por todos los demonios...¡había dos Jedis en ese crucero!- gritaba. Cualquiera le hubiera perdonado su fracaso, porque eran de los que creían erróneamente que poco se podía hacer contra un jedi.

Pero ella sabía que los Jedi eran una farsa. Recordó que tenía a uno de ellos encerrado en el bloque prisión. Le faltaba por capturar su padawan, el bothan...

Siguió mirando el planeta desértico, como si pudiera encontrar la ahora minúscula nave que se estaba estrellando en su desierto. Notó que un montón de chatarra se acercaba y se giró 3 segundos antes para recibirla. La puerta se abrió y entró uno de esos droides de estructura esquelética y voz estúpida.

-Mi general, el escaner ha finalizado.

La sala se quedó en silencio. El transdoshano esperaba expectante fijando sus pupilas reptilianas sobre el droide. Al no continuar el droide entró en cólera, el suspense le estaba matando.

-¡Maldito montón de chatarra! ¡Informa de una vez!

El droide, asustado por el sobresalto (curioso programador el de estos droides de asalto) comenzó a andar y a cuadrarse delante de su señor.

-Sí, señor. Roger Roger...- dijo buscando la información en su procesador y dándose por enterada de la orden.- Se trata de un carguero ligero, llamado La Centella Estelar. Está a nombre de un tal Shaun, cuyas credenciales de tráfico hiperespacial les ha sido retiradas por pilotaje temerario por el gobierno de la República. Estaba destinado a Coruscant para ser juzgado. Se han detectado formas de vida en la nave. Varios humanos y un par de bothans.

-El droide va con ellos.- afirmó el oficial-. ¿Qué hacemos?

Ella reflexionó entornando los ojos, entrando de forma astral en la oscuridad del espacio.

-Si la República se entera de nuestra presencia aquí, la Confederación no tendrá oportunidad de hacerse con el sector Abrión si la República actúa rápido. Además...el droide tiene un mensaje que alertará de otros planes, seguramente lo habrán denominado código Bermellón. No podemos dejar que transmita ese mensaje, ni que alerten de nosotros. Además, conocen el verdadero motivo de la muerte de los cientos de pasajeros...saben que no fue un accidente. La imagen separatista no se puede perder tal pérdida de créditos en propaganda de guerra.

-¿Entonces...?

-Hay que...silenciarlos. A todos. No debe haber testigos de la masacre de la Confederación hacia unos civiles. Eso destruiría la imagen del bando Separatista.

-¿Señora...?

Ella sonrió mirando el planeta desértico. No irían demasiado lejos. Aquél trozo de roca en mitad del espacio iba a ser el escenario perfecto para jugar al gato y al ratón.
Se giró para mirar a su compañero y observó que el transdoshano manejaba su nuevo brazo de duracero con odio. Aquellos idiotas con su pequeña broma de lanzar su cápsula de salvamento le habían hecho perder el brazo.


- Tenemos que arreglarlo. Si lo haces serás llamado por tus hombres Krun Manohierro.

A el transdhosano pareció entusiasmarle la idea de convertirse en un brillante y despiadado general...Se levantó con decisión para encargarse personalmente de encontrar a aquellos idiotas que hasta dispararon a su holograma. Los cazaría bien, a los piratas informáticos, al jedi, al fugitivo...y por supuesto, al droide. Ella pareció ignorar sus pensamientos y se levantó, haciendo ademán de salir del despacho.

-Tengo que hablar con mi buen amigo Damal...el maestro del padawan bothan. Hacía mucho que no nos veíamos- añadió con una sonrisa maliciosa.

-¿Y qué hago con los testigos...? ¿Qué hago con los testigos que se han llevado el droide?

Ella ni se lo planteó. Sin ni siquiera mirarle, susurró ásperamente:

-Cázalos...

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana...

Nos encontramos en estado de guerra galáctica. Han pasado tres meses desde que empezó las gran guerra por la destrucción o salvación de la República. Las naves separatistas de la Confederación de Sistemas Independientes han logrado rebelar prácticamente la mitad de la Galaxia contra la República.

Miles de mundos solares han abandonado a la República para entrar en el movimiento Separatista por la fuerza de las armas. La guerra se extienden y la República no ve cerca la paz que tanto ansía. Los mundos más lejanos del centro de la República han caído y han abandonado la causa de la democracia, por lo que el borde exterior está atrapado por las garras de los magnates Separatistas y sus ejércitos droides. Sin embargo, sectores vitales del borde exterior, como el sector Abrion, se han mantenido fiel a la República.

Muchos ciudadanos del borde exterior han tenido que dejar sus planetas natales, desplazados por la guerra. Muchos de ellos comerciantes, trabajadores y aventureros se desplazan por todo el universo en busca de fortuna o de paz.

Para muchos de ellos...eso está lejos de ocurrir. ¿Mala suerte? ¿Asuntos de la Fuerza? ¿Coincidencia?

Un padawan que vuelve para informar de su misión al consejo. Una aventurera bothan con ambiciones y un técnico superviviente del borde exterior.

En cualquier caso, a esas personas cuyas vidas van a cambiar por la guerra...que la Fuerza les acompañe.